SENTIDO DE UN HOMENAJE 

Hugo Montes B.
Director de la Revista Chilena de Literatura

 

En sus 35 años de vida, la Revista Chilena de Literatura nunca había publicado un número monográfico. La índole de la revista invitaba dentro de su rigor científico a estudios y notas, documentos y reseñas bibliográficas variados, que facilitaran la exposición de métodos de análisis distintos y el estudio de obras y autores diversos, acordes con el interés de los colaboradores y lectores, en su mayor parte catedráticos y alumnos universitarios.

Ahora hace una excepción. El primer centenario del nacimiento de Pablo Neruda la justifica plenamente, no sólo por la valía universal de su creación, sino también por la vecindad espiritual del poeta con la Universidad de Chile y su Facultad de Filosofía y Educación, de la cual la Revista es parte importante.

Neruda llegó desde Temuco a Santiago a principios de 1921 para iniciar estudios superiores, recién concluidas sus Humanidades en el Liceo de aquella ciudad. Pensó cursar la carrera de Construcción, en la que según le escuché a Matilde Urrutia, su esposa, no duró más de un día. La perspectiva de estudiar Matemáticas lo desalentó y lo llevó a la decisión -más de acuerdo con sus aptitudes e intereses- de matricularse definitivamente en la carrera de Pedagogía en Francés. El Instituto Pedagógico, fundado a fines del siglo XIX por profesores alemanes y chilenos, dependiente de Filosofía y Educación, funcionaba entonces en la Alameda esquina de San Miguel, hoy Ricardo Cumming. Sólo en 1950 se cambió a José Pedro Alessandri, antigua Avenida Macul. El Instituto era un viejo edificio con oficinas, patio, dos pisos, numerosas salas de clase y un salón de actos en el cual los estudiantes se reunían habitualmente los sábados. Neruda fue un activo universitario, lo que no es sinónimo de buen alumno. Albertina Azócar, la inspiradora de Veinte poemas de amor, de El hondero entusiasta y de algunos poemas residenciarios, lo recuerda junto a Romeo Murga, Víctor Barberi, Rojas Jiménez, Richi (el "cadáver", de Valdivia) y Raimundo Echeverría; evoca su voz de tono lento y grave cuando recitaba "Farewell" y otros poemas que pronto integrarían Crepusculario, y cómo él la acompañaba al atardecer hasta su casa, vecina de la calle República, donde vivía con su hermano Rubén1. Después de tres años, el poeta dejaría los estudios sistemáticos y se alejaría de la Universidad, de Santiago y de Chile mismo. Optó por la poesía.

Ya en 1920, un alumno del Pedagógico -Rudencindo Ortega Masson, conocido y familiar de Neruda en Temuco- había anunciado a los jóvenes dirigentes de la "Federación de Estudiantes de Chile" (FECH), la próxima llegada a la capital del poeta y les entregó varios recortes de publicaciones hechas en la provincia y hasta algunas poesías originales que fueron apareciendo en la revista Claridad a partir del 22 de enero de 1921. La presentación del nuevo colaborador concluye con estas líneas: "Desde Temuco nos llega su promesa significativa y ungida de dolores acaso ancestrales. Vendrá dentro de poco a esta ciudad. Al lado nuestro veremos desenvolverse la madeja sutil de su labor, y, aquí también, ha de publicar un libro que nos anuncia como ya listo para ser impreso. Su título será Helios"2.

Los versos de Neruda muestran cierta erudición propia del recién iniciado en el mundo de las humanidades. Palabras como "Helios", "Pantheos", "Ivresse", "Farewell" y "Saudade" dan el nombre a poemas de su primer libro, en el cual la inspiración literaria está también a la vista. Así, la evocación de Paolo y Francesca, los amantes inmortalizados por el Dante; y la fina poetización de Pelleas y Melisanda, que nace de una composición de Maurice Maeterlink, según Silva Castro. Vinculados a las letras francesas, es del caso citar "El nuevo soneto a Helena", con explícita mención del poeta galo: "Cuando estés vieja niña (Ronsard ya te lo dijo) te acordarás de aquellos versos que yo decía". Es el comienzo de la larga y estrecha relación del chileno con la literatura de Francia, evidente después en su amistad con Eluard y Aragon, y en la admiración por Lautréamont, Baudelaire y Rimbaud, entre tantos otros. No se olvide que en 1924, Neruda edita con el sello de Nascimiento unas `Páginas escogidas' de Anatole France. Su Prefacio está recogido por Hernán Loyola en las Obras Completas de Neruda IV, pp. 320 y 321, Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores, Barcelona 2001. Esta inspiración académica -justo es decirlo- convive en Crepusculario cómodamente con tantos poemas genuinamente nacionales, como "Barrio sin luz", "Aromos rubios en los campos de Loncoche", "Campesina", "Sinfonía de la trilla", "Playa del sur", etc. La universalidad del poeta se anuncia claramente desde su primer libro.

Dando un salto en el tiempo, digamos que Neruda mantuvo nexos estrechos con muchos centros de estudios superiores. Son conocidas las frases con que García Lorca lo recibe en la Universidad de Madrid, en diciembre de 1934: "Un poeta más cerca de la muerte que de la filosofía; más cerca del dolor que de la inteligencia; más cerca de la sangre que de la tinta".

El 17 de agosto de 1943, Neruda es galardonado con el grado de Doctor Honoris Causa por la Universidad San Nicolás de Hidalgo, Morelia, Michoacán. En la oportunidad pronuncia un encendido discurso que concluye con estas palabras: "Desde el fondo original de México, florido y aguerrido, siempre me llamó Michoacán, esta región intacta del silencio que levanta una copa de esmeralda y ahora una copa de fuego, hacia los lentos algodones celestiales de su atmósfera incomparable". El mismo año, en septiembre, lee en el aula máxima de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, Bogotá, palabras de agradecimiento por la acogida fraternal que recibiera de muchos colombianos; termina así: "Ahora estoy con vosotros, y en este sitio vuestra juventud en su acogida es para mí como la madera pura de vuestros grandes bosques; vosotros haréis mañana de vuestra propia estirpe el castillo alto, duradero y sagrado de la libertad en el mundo"3.

En 1964, recibe otro doctorado Honoris Causa, nada menos que de la Universidad de Oxford, Inglaterra. Neruda es el primer sudamericano que recibe tan alta distinción.

También en nuestro país recibió el poeta un doctorado honorífico. Se lo concedió la Pontificia Universidad Católica de Chile. El acto solemne de la entrega tuvo lugar en la Casa Central de la institución el 21 de agosto de 1969, y de ello quedó constancia en la publicación titulada Palabra de juventud y palabra de poeta (Ediciones Nueva Universidad, Santiago 1969). La palabra juvenil correspondió a Miguel Angel Solar Silva, Presidente de los estudiantes. Presidió la ceremonia el rector Fernando Castillo Velasco. Neruda leyó su poema "El pueblo" y agradeció con palabras luminosas que al final dicen: "Aquí, también, han pasado muchas batallas para que muchos prejuicios, muchos, muchos prejuicios mutuos terminaran en esta reunión emocionante en que he oído las palabras cristianas y revolucionarias de Miguel Angel Solar, las palabras tan nobles y elevadas del señor Rector y decirles que, con todo el orgullo que pude tener entonces, es mucha más mi emoción de ahora al verme rodeado de tan jóvenes y valerosos corazones de mis propios compatriotas. Es eso lo que tenía que decir".

Cuatro años después, en agosto de 1966, Neruda envía desde Isla Negra una carta de solidaridad a los estudiantes argentinos que sufren la intervención de sus universidades: "Los atropellos contra las Universidades argentinas, les dice, nos han estremecido. Al conocer los detalles hemos sentido repugnancia y horror... Sin embargo sabemos que la razón y la inteligencia sobreviven".

Con todo, el principal nexo del poeta hacia la Universidad ocurre con la Universidad de Chile, cuya editorial publica más de algunos de sus libros. En 1954, año de los cincuenta de vida, Neruda obsequia su rica biblioteca a su antigua casa de estudios. El 20 de junio de ese año hay un intercambio de discursos con el rector Juan Gómez Millas. Las prensas de la Editorial Universitaria recogen las palabras de ambos. Con sencillez dice el poeta: "En fin, es poco lo que doy, lo que devuelvo, lo que pongo en las manos del Rector y a través de él en el patrimonio de la patria. Son, en último término, fragmentos íntimos y universales del conocimiento atrapados en el viaje del mundo. Aquí están... Yo no soy un pensador y estos libros reunidos son más reverenciales que investigadores. Aquí está reunida la belleza que me deslumbró y el trabajo subterráneo de la conciencia que me condujo a la razón, pero también he amado estos libros como objetos preciosos, espuma sagrada del tiempo en su camino, frutos esenciales del hombre. Pertenecen desde ahora a innumerables ojos nuevos".

El mismo año 1954, Neruda pronuncia en el Salón de Honor de la Universidad de Chile dos importantes conferencias -"Infancia y Poesía" y "Algo sobre mi poesía y mi vida"-, fundamentales para conocer la biografía y el quehacer poético nerudianos. En diciembre del 54, nuevo discurso leído en el Salón de Honor de la Universidad. Comienza con una evocación de la naturaleza del sur de Chile: "Andando hace muchos años por el lago Ranco hacia adentro me pareció encontrar la fuente de la patria o la cura silvestre de la poesía, atacada y defendida por toda la naturaleza".

Años más tarde, en 1962, nuestra Facultad de Filosofía y Educación incorpora al poeta en su seno en calidad de Miembro Académico. Seguía siendo Rector Juan Gómez Millas; Decano era Eugenio González y Secretario General Alvaro Bunster. La sesión pública tuvo lugar el 30 de marzo. Nicanor Parra, docente de la Facultad, pronunció el discurso de recepción. Afirma Parra que si las puertas del Senado se cerraron para Neruda, él está aquí para en nombre de todos sus colegas, abrirle de par en par las puertas de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile. Añade: "Mientras el poder temporal lo despoja de su medalla de representante del pueblo, que Neruda conquistó en buena lid, don Andrés Bello lo llama desde la eternidad de su columna de mármol y lo proclama su hijo predilecto"4. Vuelve así el poeta a la vieja sede de sus estudios juveniles. El joven provinciano que recién se iniciaba a comienzos de los años veinte en la poesía y el quehacer universitario, el amor y la vida bohemia, llega ahora con toda su experiencia de hombre maduro, de escritor laureado y traducido a muchos idiomas, de político fraguado en lides hermosas y difíciles. Rindió un homenaje hondo y largo a Mariano Latorre y a Pedro Prado, manifestó su fe en la continuidad de la esperanza, en la justicia y en la poesía, en la perpetua creación del hombre. Agradeció a sus amigos Gómez Millas y Eugenio González y concluyó diciendo: "Mi canto no termina. Otros renovarán la forma y el sentido. Temblarán los libros en los anaqueles y nuevas palabras insólitas, nuevos signos y nuevos sellos sacudirán las puertas de la poesía.

"Aquí mismo y hace escasos minutos, me ha conmovido una vez más la desbordante vocación, la prodigiosa invención con que Nicanor Parra constelación generosamente esta sala y encendió una fosfórica luz sobre mi cabeza provinciana.

"Entre todas las instituciones de mi patria, aprendí a amar y respetar nuestra Universidad. Junto con agradecer el honor que me confiere pienso que sólo un poeta como Nicanor Parra podía haberme recibido en ella, transmitiendo el fulgor de su resplandeciente poesía a la noble distinción que la Universidad me ha dispensado esta noche".

Años después de esta incorporación académica, y pocos meses antes de morir, el poeta enfermo envió desde Isla Negra un mensaje a los estudiantes de la Sede Oriente de la Universidad de Chile que recibirían la visita del Presidente de la República, Salvador Allende. Recuerda emocionado la escuela universitaria en que conoció la amistad, el amor, el sentido de la lucha popular, es decir, el aprendizaje de la conciencia y de la vida. "De aquella escuela -añade- y de mis alojamientos sucesivos de estudiante pobre salieron a las imprentas mis primeros libros, Crepusculario el año 1923, y Veinte poemas que cumplirá cincuenta años de vida el próximo año de 1974"5.

La única obra dramática de Pablo Neruda -Fulgor y muerte de Joaquín Murieta- se presentó por primera vez en 1967 en el teatro Antonio Varas por la compañía del Teatro de la Universidad de Chile bajo la dirección de Pedro Orthous, con música de Sergio Ortega. Tres años antes, por la misma compañía y en el mismo local se había estrenado bajo la dirección de Eugenio Guzmán la versión en verso que Neruda hizo de Romeo y Julieta, de Shakespeare. Así, las dos obras de teatro de Neruda, una original y otra traducida, fueron entregadas al público a través de nuestra Universidad.

Nada de extraño entonces dentro de esta línea de aprecio y admiración al poeta, que las principales publicaciones de la Universidad de Chile le hayan dedicado muchas de sus páginas. Señalamos a manera de ejemplo el número 157-160 de los Anales, que contiene el célebre discurso de Estocolmo con el cual el poeta agradece a la Academia Sueca el Premio Nobel de Literatura (AUCH, 1971), y colaboraciones de Hernán Loyola, Carlos Santander, Alain Sicard, Federico Schopf, Darío Puccini, Juan Villegas, Cedomil Goic, E. Cross, John Felstiner, Jorge Sanhueza, Mario Rodríguez, Alfonso Calderón, Delia Domínguez, Volodia Teitelboim, entre otros.

Antes, a los sesenta años del nacimiento, el número 131, 1964, de los Anales había sido dedicado también a Neruda, con artículos de Mario Rodríguez, César Bunster, Edmundo Concha y Jorge Sanhueza.

Nuestra revista también ha contribuido al mejor conocimiento de Neruda con estudios, notas y reseñas de profesores como: 

 

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"Caballo Verde para la poesía". Nº 9-10, pp. 179-197.

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Carrasco Pirard, Eduardo. "Neruda y la esencia de la poesía". Nº 46, p. 35-54.

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Cortínez, Carlos. "La autoironía nerudiana". Nº 43, pp. 103-108.
- -------------. "Un autorretrato espiritual del joven Neruda". Nº 13, p. 143-157.
- -------------. "Fidelidad de Neruda a su visión residenciaria". Nº 7 p. 107-115.
- Loveluck, Juan. "Una carta desconocida de Pablo Neruda". Nº 22, p. 143-147.
- Loyola Hernán. "Neruda 1923: el año de la encrucijada". Nº 40, p. 5-16.
- ------------. "Primera aproximación al uso del eneasílabo en Pablo Neruda". Nº 49, p. 103-112.
- Schopf, Federico. "La ciudad en la poesía chilena". Nº 26, p. 37-53.

 

Y ahora, ya en el año mismo del centenario, la Universidad de Chile, a través de su Departamento de Extensión Cultural y con la colaboración especial del Departamento de Literatura de la Facultad de Filosofía y Humanidades, es la sede de la segunda parte del Congreso Internacional del Centenario de Pablo Neruda. La primera tuvo lugar en la Universidad de Poitiers, en junio del 2004. La inauguración de tan importante evento ocurrió el 13 de julio en el Salón de Honor de la Universidad, con la presencia del Presidente de la República, del Rector de esta Casa de Estudios, del Presidente de la Fundación Neruda y de los académicos Alain Sicard, Jaime Concha y Hernán Loyola, entre otros. Durante tres días de intenso trabajo, presentaron ponencias del más alto interés catedráticos de veinte universidades chilenas, americanas y europeas. Los estudios de los profesores Michael P. Predmore, Mauricio Ostria y Luis Quintana publicados en este número nacieron precisamente como ponencias leídas en este Congreso.

Así, este número de homenaje de la Revista Chilena de Literatura a nuestro gran poeta es un hito más en las relaciones siempre positivas entre su poesía y la Universidad de Chile. 

 

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NOTAS

1 "Evocación", en el libro de Francisco Cruchaga Azócar, Pablo Neruda para Albertina Rosa. Santiago: Dolmen, s.f.

2 Raúl Silva Castro, Pablo Neruda, p.. 31. Santiago: Editorial Universitaria, 1964.

El libro anunciado apareció en 1923 con el título Crepusculario, del cual "Helios" es sólo la primera parte.

3 Estas y otras citas de Neruda, salvo expresa mención distinta, proceden de la edición mencionada de Hernán Loyola.

4 Pablo Neruda y Nicanor Parra, Discursos. Santiago: Nascimento, 1962.

5 Cf. Volodia Teitelboim, Neruda. Sudamericana, 1996, 2ª edición. Sentido de un homenaje