MATILDE MORENO MARTÍNEZ
Diccionario Lingüístico-Literario

Castalia, Madrid, 2005 

Libros como el que presentamos nacen corrientemente de un trabajo en equipo. La magnitud de la obra, su variedad, la necesidad de una precisión máxima, explican la frecuente colaboración de varios especialistas en la elaboración de diccionarios y publicaciones afines. La primera sorpresa que nos da ésta de la profesora de tres "M" (Matilde Moreno Martínez) es precisamente la de su autoría individual. Son 400 páginas que contienen 2000 entradas, cada una de dos o más acepciones, lo que lleva a un total aproximado de 5000 términos.

Espigando al azar, encontramos dos que por ir como corresponde en orden alfabético, van seguidos, siendo del todo diferentes: "Renacimiento" y "Renglón". Para el primero, una página y media; para el otro, menos de tres línea. El Renacimiento es visto desde perspectivas históricas (oposición a la Edad Media y entronque con la Antigüedad grecolatina), espaciales (origen en Italia y rápida extensión a España), propiamente culturales, filosóficas y literarias. Acerca de Renglón, basta lo siguiente: "Cada una de las líneas que conforman un escrito". En los dos casos, igual capacidad de síntesis e igual claridad, cualidades esenciales en libros de este tipo.

El Diccionario Lingüístico-Literario está dirigido básicamente a universitarios y a alumnos de los últimos años de enseñanza media. Tanto como a ellos -pensamos- será de gran provecho a los profesores de ambos niveles. Los nuevos planes y programas de estudio de la asignatura de lenguaje y comunicación, igual en España y en Chile, exigen el uso de una nomenclatura común bien definida, bien perfilada. Lo primero es saber de qué estamos hablando y escribiendo cuando tenemos que enseñar a hablar y escribir. ¿Qué hay detrás de la palabra "discurso" o "argumento", por ejemplo, tan traídas y llevadas en la nueva jerga docente? Por cierto, algo harto diferente de lo que por ellas se entiende en el decir diario. Este discurso poco o nada tiene que ver con la oratoria, y este argumento no está en la línea de la retórica para convencer al contrincante en una discusión. Si no se define con absoluta claridad la nueva terminología, que por lo demás ya no es tan nueva, mal vamos a entendernos y peor vamos a enseñar.

Nada cuesta tomar otros ejemplos de voces que en la disciplina del antiguo ramo de Castellano hoy suelen prodigarse sin mayor precisión. Así, estructura, motivo, reiteración, tema, fábula, canal, receptor, emisor. Igual o mayor necesidad de claridad y comprensión común exige el uso de abundantes términos tomados de lenguas extranjeras, como Leitmotiv, flash back, in media res, sujet, carpe diem, nouveau roman, etc.

Durante años, solo la Lingüística se servía de una nomenclatura compleja, ya que la Literatura era abordada por medio de palabras no alejadas de la expresión corriente de una persona culta. Las cosas han cambado y hoy ambas disciplinas solo pueden ser estudiadas desde una terminología especializada, no siempre bien asimilada por los profesores que la enseñan. Parte no menor del mal rendimiento académico que en Chile lamentamos los profesores de Lenguaje estriba en esta grave deficiencia, que las autoridades oficiales y universitarias no previeron a tiempo ni siempre procuraron o pudieron superar.

Por todo esto, la obra comentada tiene una enorme importancia en el ámbito docente. Más si se considera que ella se extiende a otras dos materias afines a las indicadas, la Biblioteconomía y la Informática práctica y escolar. Ambas suponen también un léxico especializado, a menudo proveniente del inglés, idioma que nuestros alumnos y profesores no conocen bien.

La diversa extensión y una oportuna indicación tipográfica (asterisco o doble asterisco para las voces de mayor uso) jerarquizan ya a la vista lo que el lector tiene ante sus ojos. En cada caso, además, las definiciones remiten, cuando procede, a voces análogas o a otras también presentadas en el Diccionario.

En fin, la obra de Matilde Moreno Martínez debería estar en todas nuestras bibliotecas escolares y universitarias para provecho de alumnos y profesores.

 

HUGO MONTES B.
Universidad de Chile