Marina Alvarado Cornejo.
Revistas culturales chilenas del siglo XIX (1842-1894): Historia de un proceso discontinuo.

Santiago de Chile: Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, 2015, 222 pp.

 

Los estudios sobre revistas se han acrecentado notoriamente en este último tiempo. No pocos trabajos asumen como objeto privilegiado de sus análisis estas publicaciones periódicas, y ello a despecho –podríamos decir– de la habitual falta de regularidad, fugacidad o inconsistencia temporal que suelen enseñar. El acrecentamiento de estos estudios viene acompañado no solo de una mayor consciencia epistemológica, de las operaciones involucradas en el análisis o de las variables intervinientes en la precisión de este nuevo "objeto", sino también de una muy interesante o estimuladora ampliación, diversificación y tecnificación de las miradas que se proponen. El n° 71 de revista Mapocho de la Biblioteca Nacional, especialmente dedicado al tema de las revistas en América Latina y Chile, es una muestra de lo que decimos.

El acrecentamiento y diversificación que experimentan los estudios sobre revistas pudiera explicarse por, al menos, dos razones. La percepción, en primer lugar, de que en el seno mismo de las revistas como en sus entornos y redes se juegan unos perfiles culturales, unas aperturas y sensibilidades, que los libros no siempre captan con la suficiente rapidez o no siempre cuentan con esa dimensión grupal, declarativa o testimonial que suelen exhibir las publicaciones que destacamos. Así, los estudios sobre revistas se presentan particularmente adecuados a la hora de tomar el pulso o seguir las nuevas tendencias estéticas, los posicionamientos y debates en los campos culturales, las problematizaciones del presente, la constitución de cofradías literarias o de nuevos discursos o lugares de enunciación. Hay una segunda razón, complementaria con la anterior, que tiene que ver con los giros o cambios que se han venido dando en el ámbito de lo que podríamos llamar genéricamente "historia cultural". La noción de "campo" de Pierre Bourdieu, las transformaciones de las prácticas de lectura en Roger Chartier, las relaciones que examina Julio Ramos entre las letras –un concepto amplio de la literatura– y el proyecto modernizador en América Latina, así como las aperturas o trabajos realizados por Ángel Rama respecto de unos espacios culturales que rebasan la mera consideración de las obras, al atender también temas, circuitos, medios expresivos, inflexiones lingüísticas, escritores y públicos, son solo algunos ejemplos importantes de las perspectivas que hacen viables los estudios sobre revistas.

La acuciosa investigación realizada por Marina Alvarado se sitúa muy claramente en este nuevo horizonte. Su actualidad y también su criticidad son muy evidentes. Su libro a la vez que se nutre de aperturas recientes propone una aproximación que, estructurada en cuatro momentos, entra a terciar en el debate sobre el siglo XIX en Chile.

En la consideración de unos objetos diferenciados, distinguibles o no asimilables a otros bienes simbólicos, Alvarado se hace cargo de distintas tensiones y discontinuidades, se ocupa de la crítica y de la crónica literaria, de la activación o funcionamiento de redes o de relaciones entre los emisores, de la confrontación de las revistas o sus autores con las prácticas escriturales propias del periodismo o de los diarios. Esta diversidad de cuestiones no se presenta, sin embargo, como un mero espacio de dispersión, tampoco las revistas se conciben como átomos aislados, ya que es el interés por la constitución de los campos cultural y literario lo que conduce el conjunto de su investigación. Me atrevería a decir que es esta "continuidad", aunque no "linealidad" como advierte Claudia Román en el Prólogo, la que orienta las distintas "discontinuidades" que destaca su libro.

Ahondemos un poco más en la perspectiva que pone en obra la autora del libro que reseñamos. Es claro que Marina Alvarado trabaja unas incisiones efectivas, muy activas, también discontinuas, no disociadas de los programas de modernidad o de los procesos propios del XIX. Estas incisiones, instaladas en complejos y cambiantes escenarios histórico-culturales, en distintos cruces entre las letras y la política, entre la figura de letrado ilustrado y el escritor moderno, harán valer no siempre del mismo modo sus propias propuestas o "juegos". Esto se puede apreciar –y aquí Alvarado hace un generoso despliegue– en los editoriales y prospectos de las revistas, así como en la especificación temática de las mismas, visible ya en los títulos de estas.

Hay que recalcar que la perspectiva elegida desactiva aproximaciones más tradicionales que más bien disolvían este "objeto diferenciador" que interesa a Alvarado, al vincularlo con muy generales visiones de mundo o tomas de posición. Las revistas devienen así, cada vez más nítidamente, en acontecimientos o emergencias que exhiben propósitos más o menos singulares, aunque no disociados de su entorno y de específicas demandas culturales o públicas, sin ser ellas mera superficie de proyección o espacios inertes de unas realidades que a sus espaldas las determinarían. Si bien, a mi modo de ver, la autora a veces remarca con demasiada contundencia la especificidad de la "revista" frente a un "diario" que tiende a homogenizar, es innecesario decir que la perspectiva elegida establece una nítida diferencia con aproximaciones más instrumentales, cuestión que le permite examinar la pluralidad de manifestaciones que a fines del XIX tomó el modernismo por ejemplo, cuestión que se hace precisamente patente en las páginas de revistas más o menos asociadas a esta sensibilidad literaria.

Las revistas son así un objeto literario, comunicacional e historiográfico a la vez. Literario porque ellas no son ajenas a renovaciones importantes en el plano expresivo o en las modalidades de enunciación. Comunicacional porque en ellas se perfilan distintas o cambiantes estrategias de visibilización y de inserción en determinados contextos y públicos. Historiográfico porque con ellas y por ellas se perfilan unos sujetos culturales y políticos que, interactuando con otras prácticas y discursos, son importantes para entender procesos más amplios.

La perspectiva elegida por Marina Alvarado nos permite así adentrarnos en un mundo diverso, interconectado, muy activo, poco conocido en sus particularidades, que exhibe unas novedades o unas articulaciones que no son asimilables a la simple secuencia de estilos o escuelas literarias. Es todo este amplio y diverso mundo, no siempre fácil de seguir o de investigar, el que Marina Alvarado investiga. Quizá esto explique que la autora se encargue siempre al inicio de cada capítulo, o incluso subcapítulo, de indicarnos qué hará y con qué instrumental teórico. La acendrada consciencia epistemológica de la autora, la cantidad y relevancia de la información que su libro reúne, así como la ordenación que ofrece, son tres importantes aportes del libro que reseño.

 

Carlos Ossandón Buljevic

Universidad de Chile
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