IV. RESEÑAS

 

Macarena Areco (y colaboradores).
Cartografía de la novela chilena reciente.

Santiago: CEIBO ediciones, 2015.

 

Si hubiera que hacer una genealogía de los diversos libros dedicados al estudio de la narrativa chilena, cabría destacar: La novela chilena (1968) de Cedomil Goic, La novela chilena del último siglo (1993) de José Promis, Novela chilena, nuevas generaciones, el abordaje de los huérfanos (1997) de Rodrigo Cánovas, Nueva narrativa chilena (edición de Carlos Olivárez, 1997), La novela chilena fuera de lugar (1997) de Salvattori Coppola, Utopía y mentira de la novela panóptica (editores: Mario Rodríguez y Gilberto Triviños, 2006), Novela y nación en el siglo chileno: Ficción literaria e identidad (2009) de Ignacio Álvarez y Hablan los hijos (2011) de Andrea Jeftanovic, Las novelas de la oligarquía chilena (2011), de Grínor Rojo, Novela chilena contemporánea: José Donoso y Diamela Eltit (2004), entre otros textos críticos de innegable valor teórico y crítico. Haciendo uso de diversas perspectivas teóricas, como la generacional (Goic, Promis, Cánovas), la sociológica (Coppola), entre otras perspectivas metodológicas, los libros mencionados devienen material fundamental para cualquier estudio serio acerca de la narrativa chilena contemporánea.

Es en esta genealogía donde se inserta el libro Cartografía de la novela chilena reciente (2015), escrito y editado por Macarena Areco, y con la participación de tres jóvenes alumnos de la Universidad Católica: Catalina Olea; Jorge Manzi y Marcial Huneeus. El gran aporte del libro y el que marca una diferencia de enfoque metodológico respecto a los libros arriba mencionados es el haber pensado el estudio de la narrativa chilena reciente desde la perspectiva de una crítica cartográfica. Funciona así al modo de un mapa cognitivo que hace posible visualizar las múltiples tendencias y corrientes narrativas que se advierten activadas en la producción literaria de estas últimas décadas.

El libro está organizado en dos grandes partes: en la primera de ellas, titulada "Mapas", se da cuenta de la cartografía propuesta y se despliega el aparato teórico comprometido en el análisis de los textos narrativos seleccionados. En la segunda parte, titulada "Ejercicios", se ponen en práctica dichos fundamentos críticos en análisis literarios donde se ejemplifica la cartografía propuesta. Al interior de esta se visualizan cuatro territorios genéricos: los realismos, los experimentalismos, los subgéneros y las hibridaciones.

I. Respecto a las formas de realismo presentes en la actualidad, el trabajo de Catalina Olea "Realismos en la narrativa chilena reciente", plantea que a pesar del rechazo generalizado que existe ante cualquier intento de mímesis realista, se observa en estos años la presencia de diversas modalidades de realismo. Dicho verosímil se nutre de todos los aspectos que caracterizan la narrativa actual, como la importancia dada a la subjetividad, a la condición fragmentada del mundo, a la crisis de la experiencia, etc.

El artículo revisa los rasgos formales realistas que pueden observarse en la narrativa actual, como la presencia constante de narradores en primera persona, los que junto a exponer su subjetividad representan a la vez un colectivo. Un segundo rasgo es la mezcla de estilos y temas donde el código realista subsiste a pesar de dicha heterogeneidad. Ello se evidencia en la presencia de textos que tienden al exotismo, otros que poseen un marcado carácter documental, otros donde se narra con plenitud de detalles, otros que dicen lo mínimo, como si pecase de "afasia minimalista" (Bonsái de Alejandro Zambra, por ejemplo) y otros donde se aprecian resabios de costumbrismo, como es el caso de la presencia de personajes tipo (como en Oír su voz de Arturo Fontaine). Según Catalina Olea, a partir de esta producción novelística puede apreciarse la vigencia de un realismo que subsiste reinventándose permanentemente. En la segunda parte de libro, Catalina Olea, en su artículo: "Mala onda" (1991) de Alberto Fuguet, una comedia del deber", pone en práctica sus formulaciones teóricas acerca de la vigencia del realismo en la novela actual.

II. En cuanto a la vertiente experimentalista, Jorge Manzi, en su artículo "Experimentalismos en la novela chilena reciente", aborda una serie de novelas representativas de dicha tendencia, enfatizando que dicha producción narrativa (1990 a 2010) no ha provocado mayores rupturas ni cambios en las formas de concebir la novela. El artículo incorpora el concepto bartheano de "ilegibilidad", para referirse a novelas que se caracterizan por ser anticonvencionales, experimentales y generalmente herméticas. El artículo se divide en cuatro partes. La primera, titulada "Notaciones ilegibles", establece que en parte de la narrativa chilena experimentalista se observa una fijación en el detalle y en las dimensiones parciales de los objetos. En la segunda parte: "Acciones entrampadas", el autor advierte la preeminencia de esquemas de acción que nutren y enriquecen la armazón estructural compuesta por unidades nucleares de contenido. En el espesor narrativo puede apreciarse cómo los códigos gramaticales culturales, institucionales y simbólicos son deconstruidos a través de diversos recursos. La conclusión de Manzi es que en esta tendencia narrativa se observa mucho experimentalismo hermético y a la vez poco experimentalismo programático. Los postulados de Jorge Manzi aquí expuestos son concretizados en su artículo "Ilegibilidad en la novela: el caso de Cristian Barros".

III. Con relación al concepto de hibridez que signa a gran parte de la narrativa reciente, Macarena Areco, en su artículo "Tiempos de hibridez", afirma que dicha característica se ha venido afianzando en Chile e Hispanoamérica a partir de los años 90. Según la autora, la novela híbrida encuentra su lugar natural en el contexto de la posmodernidad y del capitalismo tardío. En consecuencia, sus principales características son la proliferación de usos de lenguaje, la mezcla de géneros discursivos y narrativos, la multiplicidad, la fragmentación generalizada, la desterritorialización (del tiempo, del espacio, de la geografía y de la identidad de los personajes), la transtextualidad y lo metaliterario, entre otros rasgos posmodernos. Por otro lado, puede observarse una vertiente narrativa de novela histórica, otra que se inserta en el género de lo fantástico, otra en el ámbito de lo maravilloso, otra en el género de la ciencia ficción, en el neopolicial, la nueva novela histórica, entre diversas modalidades y combinaciones genéricas donde se expone el carácter híbrido de gran parte de la narrativa actual. Un común denominador a esta producción literaria es la presencia de quiebres epistemológicos que tensionan los principios de identidad y no contradicción, dislocando con ello la línea divisora de toda matriz binaria.

La autora reflexiona en torno al discurso de ideas predominante en esta textualidad híbrida y concluye que en ella se observa un tipo de sensibilidad acorde a la pérdida de los grandes metarrelatos que impulsaban el credo de la modernidad. Según Macarena Areco, es posible percibir en estas novelas el intento generalizado por hacerse cargo de estas pérdidas, "intentando crear nuevos relatos a partir de la fragmentación y la impureza". En su artículo "Del experimentalismo a la hibridez: Cosa mentale y Las playas del otro mundo de Antonio Gil", Macarena Areco pone en práctica su propuesta teórica acerca de la hibridez narrativa.

IV. La parte del libro dedicada a los subgéneros está representada por la novela policial y la ciencia ficción. Respecto al primero de estos, en el artículo de Marcial Huneeus "Transformaciones de un género: policial y neopolicial chileno", el autor señala que el neopolicial chileno utiliza la estructura básica del subgénero, pero su finalidad principal es reflexionar en torno a los temas que definen el imaginario de la postdictadura: los crímenes, la represión, el miedo y la necesidad de justicia. Posteriormente se realiza una acabada descripción de las características fundamentales de la novela policial, tales como la existencia de un detective, de un crimen, de la búsqueda del o los culpables, del contexto citadino donde el crimen se produce, etc. Una vez expuesto este esquema, Huneeus plantea que en las novelas de Roberto Bolaño es posible apreciar el proceso del género policial, desde el formato clásico, pasando por la novela negra, hasta llegar al neopolicial. Tales mutaciones obedecen al pulso de los acontecimientos que han marcado la historia de Chile en estas últimas décadas, esto es, los tiempos de la dictadura y los de la transición democrática. En su artículo "Contornos de un crimen: Caja negra de Álvaro Bizama", Marcial Huneeus procede a visualizar qué aspectos de la novela de Bizama la signan con las características del neopolicial chileno.

IV.I. En lo que respecta al subgénero de la ciencia ficción, Macarena Areco, en su texto "Visión del porvenir y espejo del presente: una panorámica del casi siglo y medio de ciencia ficción en Chile", revisa la producción narrativa de ciencia ficción chilena, desde sus orígenes hasta estos primeros años del siglo XXI. La fundación del mismo se produce en el siglo XIX, luego viene la etapa del preludio, de 1900 a 1959, donde se observa una preeminencia de explicaciones maravillosas por sobre las científicas, una "Edad de oro" que va de 1959 a 1975, luego una etapa de notorio decaimiento en los primeros tiempos de la dictadura militar y un tímido repunte en los años 80.

Según Macarena Areco, la verdadera recuperación del género se produce en los años 90, una vez alcanzada la democracia. Novelas como Flores para un cyborg (1997) de Diego Muñoz Valenzuela, 2020: Chile en llamas (1998) de Darío Oses, entre otros autores, son prueba de ello. En la primera década del siglo XXI, dicho renacer se refuerza con novelas como Identidad suspendida (2006) de Sergio Almira y Los tiempos de la caimaguana (2011) de Dauno Tótoro. Desde la perspectiva de Macarena Areco, "la ciencia ficción chilena se manifiesta en los inicios del siglo XXI acaso con más fuerza que nunca, pues los nuevos formatos que ha ido incorporando y las hibridaciones en que ha ido contagiándose de otros géneros, le han permitido potenciar su capacidad de espejar el presente a través de sus imaginaciones del futuro". El autor que Macarena escoge para ejemplificar sus postulados acerca del género en Chile es la novela Ygdrasil de Jorge Baradit, como puede apreciarse en el artículo de la autora, titulado "Ygdrasil: solo para cyborgs".

V. Finalmente, una vez desplegados los cuatro territorios genéricos que componen el libro, se agrega una Coda, escrita por Macarena Areco, titulada "Novela de la intimidad, novela de la intemperie". Se propone aquí pensar la narrativa chilena de estos últimos años a partir de dos series principales: una conformada por un corpus de novelas de la intimidad y otra constituida por novelas de la intemperie. Las primeras se relacionan con lugares cerrados que remiten al espacio social burgués y las segundas con espacios abiertos donde se expone el mundo proletario. Puede hablarse así de dos direcciones contrapuestas que conforman dinamismos propios: una tendiente a lo centrífugo, donde predominan lo íntimo y lo cerrado y otra centrípeta en la que se expone lo abierto y la intemperie.

A partir de estos supuestos teórico-críticos, el análisis apunta a una tradición de los espacios cerrados en la narrativa chilena que va desde el siglo XIX, con Martín Rivas de Blest Gana, al siglo XX con Casa grande de José Donoso. En dicha tradición se inserta, con las modificaciones con las que la signa el contexto de época, Camanchaca (2009) de Diego Zúñiga, Mapocho (2002) de Nona Fernández, entre otras narrativas de la intimidad. La novela de la intemperie, por su parte, tiene como referente fundacional la novela Don Guillermo de José Victorino Lastarria. El imaginario narrativo que allí se funda se sostiene principalmente en espacios exteriores como calles y caminos. En esta genealogía de espacios abiertos se inserta Hijo de ladrón de Manuel Rojas y, actualmente, Bosque quemado (2008) de Roberto Brodsky. Es importante destacar, señala Macarena Areco, que en los espacios exteriores de las novelas recientes la exterioridad adquiere un carácter distinto a lo que ocurre en textos de la tradición, especialmente en el tratamiento simbólico de la luz. Ya no se está ante una luminosidad que refleje un estado de liberación del individuo o que traduzca algún tipo de revelación existencial. Es una luz carente de valor pedagógico y cuya energía es fuente de incertidumbre y acecho, como es el caso de Una novelita lumpen de Roberto Bolaño.

Pienso que el resultado conseguido en este trabajo conjunto entre Macarena Areco y sus estudiantes es verdaderamente encomiable y valioso. Construir una crítica cartográfica de la narrativa chilena reciente y haber logrado configurar cuatro grandes territorios de exploración narrativa fue un trabajo enorme, que sin duda valió la pena llevar a cabo. Además de poseer un importante valor de orientación y un criterio pedagógico, es un libro que, dado el rigor investigativo y lo interesante de las propuestas críticas presentes en el libro, será un referente fundamental para los estudios de la narrativa chilena de las últimas décadas.

 

Cristián Montes Capó

Universidad de Chile
cmontes@vtr.net