Jorge Debravo. Obra Poética. San José de Costa Rica: Editorial Costa Rica, 2013. 564 páginas (edición de Marianela Camacho Alfaro y Carlos Francisco Monge. Tercera reimpresión).

 

A pesar de todas las plataformas electrónicas y la profusa circulación de libros que existen en la actualidad al servicio de los cibernavegantes, suelen constatarse silencios, restricciones u omisiones académicas sobre obras trascendentes que nos han legado algunos poetas centroamericanos. Es el caso del poeta costarricense Jorge Debravo (1938-1967), nacido en la ciudad de Santa Cruz de Turrialba de Cartago y de una corta vida de solo 29 años de edad. Su nombre real fue Delio Bravo Brenes, el mayor entre cinco hermanos. Hijo de una madre que le enseñó a leer y de un padre analfabeto. Sus primeros cuadernos fueron hojas de plátano. Comenzó a publicar sus primeros versos en el periódico local “El turrialbeño”. Al dejar el campo y la sierra, trabajará hasta su accidentada muerte en el pueblo de San Isidro como inspector de la Caja de Seguro Obrero. Concluida su enseñanza básica, se transforma en autodidacta sin llegar a concluir sus estudios de periodismo.

Después de hacer la lectura sostenida de los diecinueve libros de poesía incluidos en esta edición, el lector no deja de asombrarse de la especial sensibilidad, autenticidad, inteligencia y adecuación formal en el contexto de la tradición de los mejores poemas en lengua española de todos los tiempos. En la composición de Jorge Debravo hay reminiscencias de la poesía prerrenacentista del estilo realista-existencial de Jorge Manrique, de la estética del mundo colonial y sofocante soportado por Sor Juana Inés de la Cruz, del canto a lo Divino y a lo Humano de la lírica popular que le dio un sello propio al ritmo y a la semántica del español de América en el siglo XIX, de místicos como San Juan de la Cruz; pero por sobre todo es una poesía situada y vivida en un país centroamericano, acogedor con el forastero, de vecindario conversador y transparente que no tiene ejército…, atento al destino de América Latina y a sus propias posibilidades de autonomía y redención. En muchos de sus libros está el tono y la atmósfera edificante de Whitman, además del legendario e innovador lenguaje que cimentara la poesía más solida de la vanguardia latinoamericana, incluida por cierto el diapasón de César Vallejo. Jorge Debravo escribe con la propiedad de un mestizo que, por origen familiar y experiencia laboral desde que era niño, supo captar dónde estaban las alegrías, heridas y dolores de su pueblo. Según lo dicen sus biógrafos, desde pequeño, su voz poética se nutrió en las vivencias de bosques, raíces, piedras y lluvias torrenciales en la convergencia de horizontes de los océanos Atlántico y Pacífico de su país natal.

Esta tercera reimpresión constituye, al parecer, una compilación de la producción fundamental del poeta. Sus características son las siguientes: Contiene un prefacio de Manuel Obregón López en su calidad de Ministro de Cultura y Juventud de Costa Rica (2012), señalando que Jorge Debravo “es uno de los poetas que logró expresar el sentimiento nacional y la protesta popular de una época convulsa y revolucionaria”, sin desembocar en el panfleto ni en la diatriba. También se incluye un breve estudio de Carlos Francisco Monge, quien anota que “no fue un poeta militar ni militante, como sí otros de los países vecinos: Otto René Castillo, Roberto Obregón, Roque Dalton, Manlio Argueta, Roberto Sosa, Leonel Rugama… Lo que hoy leemos en sus versos es principalmente el temple humanitario de sus convicciones”; y refrenda lo que el mismo Debravo afirmaba: “El poeta debe volver a dignificarse, deseo que vuelva a ser guía y conductor de pueblos”. A continuación, Marianela Camacho Alfaro, en trece páginas, despliega una nota explicativa a la edición, constatando que el poeta en vida publicó solo seis libros; que muchos de los títulos de sus demás libros están en proceso de elaboración, que hay versiones paralelas de un mismo poema y que para esta antología se adoptó un criterio cronológico para evitar repeticiones de poemas que aparecían en poemarios sucesivos. Se incluye la Antología mayor, editada en 1974, donde aparecieron los libros Vórtices, Guerrilleros y El grito más humano. Pareciera ser que Jorge Debravo no le dio gran importancia o no se preocupó de la inclusión rigurosa de poemas ni de las fechas en sus libros editados en vida. Al final, entre las páginas 545 y 564, se incluye un anexo denominado “Jorge Debravo, su vida, su obra, su ideario” (1974), de Joaquín Gutiérrez Mangel. Interesantes resultan las notas a nueve libros publicados entre 1959 y 1972 y a trece libros inéditos concluidos entre 1960 y 1966. El ideario del poeta se basó en sus concepciones estéticas y humanistas arraigadas en la geografía de su país y en la idiosincrasia de su pueblo. Después de haber escrito Nosotros los hombres (1960), escribe una poesía lúdica en sextetos octosílabos escasamente significativos dentro del conjunto de su obra, calificados como Madrigalejos y Madrigaloides (1960), no incluidos en esta edición, como tampoco otros libros intitulados Romancero amargo (primera versión de 1960), Nueve poemas a un pobre amor muy humano (1960), Algunas muertes y otras cosas recogidas en la tierra (1961), Letras de tinta negra (1963), Poemas de amor para leerlos de noche (1963), Aquí también se sufre (1964), El canto absurdo (1964), Canciones de amor y pan (1965), Los nuevos ojos (1966-67). Esta información sobre poemas y libros que el crítico Joaquín Gutiérrez Mangel no incorporó a esta edición, deja una tarea hermenéutica muy interesante para precisar datos y editar algún día la obra completa de Jorge Debravo, obligando a la revisión exhaustiva de sus manuscritos, fechas, lugares y papeles que actualmente estarían bajo la custodia de familiares del poeta o de su viuda Margarita Salazar.

Los libros incluidos en esta antología (sin duda incompleta y a la vez la más representativa de su producción), no todos con fechas precisas o simplemente omitidas, son: Milagro abierto (1950), poemas del principiante donde se abordan todos los temas en diálogo con la mujer y que continúan en Bestiecillas plásticas (1960), agregando motivos como la soledad, las relaciones humanas, la pobreza y preguntas que anticipan el libro de nueve poemas Consejos para Cristo al comenzar el año (1960): “Perdona si te doy estos consejos…/ Podrías darles lecciones a los curas/ recordarles lo que es el Cristianismo/ cambiarles el cerebro a algunos tipos:/ a los políticos/y a algunos dictadores presumidos”. Otras especies de poemas (1960) y Devocionario de amor sexual (1963), constituyen ejercicios irregulares, sonetos y otras formas estróficas como salmos, diálogos y textos en prosa. En Poemas terrenales (1964), se destacan los poemas “Nocturno íntimo”, “Encuentro”, “Recuerdo” y” Cópula”. En Digo (1965), el poeta trata de responder para qué ha venido o está el hombre sobre la tierra. Se pregunta ¿“Para tener las manos amarradas a los postes de los rezos”? Resucitado vengo, amor, cantando, solo ocho poemas sobre el tema del porqué y cómo se ama. En Otros poemas se realza la figura del guerrillero y de otros próceres de la integración y la justicia como Bolívar, Sandino, Carrillo y Juanito Mora. Luego viene Nosotros los hombres (1966), libro con el cual Debravo gana, en el año de su muerte, el Premio Nacional de Literatura. Constituye una reflexión antropológica y poética mayor: añoranzas y utopías, teología de la liberación, angustias que no se curan con la naturaleza, el presente como única realidad, el trabajo esclavo, los Derechos Humanos, etc., destacándose el poema “Silencios” como el recurso más sutil, ejercido por siglos, de la violencia y la exclusión. Canciones cotidianas (1967), libro eminentemente autobiográfico sintetizado en el poema “Canto de amor a las cosas”. Vórtices (1959), en este libro el poeta tiende a describir y conceptualizar su experiencia. El motivo del poema “Tristeza en el camino” es recurrente y aparece en otros textos como tema transversal. Guerrilleros (1961?) evoca a revolucionarios y libertadores de América, sin precisar si los guerrilleros visten esas mismas armaduras ideológicas. Es un libro épico y político, donde el poeta declara que habita el mundo sufriendo, aullando y catando y con su poesía “mira el devenir desde el fondo genérico del barro”. Hay sonetos y poemas libres extraordinarios como “Mineral”, “Estatuas”, “América, la esperanza” y “Soldados”. La antología termina con la trilogía El grito más humano (1961), manteniendo el pulso interior en la imagen de los huesos como vestigios, esqueletos, emociones asentados en la piedra o rudimentos del alma esfumados en el recuerdo de quienes algún día realmente existieron. En resumen, poesía que se deja leer al ritmo del atardecer para ingresar, con fuerzas renovadas, al nuevo comienzo de una humanidad despojada de sus derechos más elementales.

 

José Alberto de la Fuente

UCSH-USACH

 

jdelafuente@ucsh.cl